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"El día de la lechuza", de Leonardo Sciascia




"El día de la lechuza" es una de las novelas más recomendables para quien quiera aproximarse al escritor siciliano Leonardo Sciascia. Junto con "A cada cual lo suyo" y "La desaparición de Mejorana", se trata una de sus mejores novelas sobre la Sicilia criminal, tan consustancial a su narrativa, al fin y al cabo un siciliano como él es mejor testigo del crimen que los suecos o islandeses.
Sciascia muestra, con una mirada lúcida o crítica, las ramificaciones de ese sistema de poder violento que existía y existe en el sur de Italia, cuyas raíces absorbían todas las sustancias corruptas o podridas del Estado: la mafia, ese poder omnívoro e invisible, al que le negaban carta de naturaleza en la época en la que Sciascia escribió esta novela. Él nos lo cuenta con una prosa que debe tal vez mucho a su paisaje siciliano: una prosa seca (no áspera o pedregosa, ya que momentos le infunde un soplo poético), con olor a tierra, a gente, despojada de adornos. Una mirada valiente a esa violencia soterrada y explosiva.
Habría que matizar que no es una novela policiaca en el sentido estricto, ya que aquí no hay juegos de manos, sorpresas o intrincados misterios por resolver. Aquí el crimen enlaza con lo político, con ese poder que devora toda la sociedad y al que, frente a la honradez del capitán y expartisano Bellodi, todos se rinden, como un juego en el que todas las cartas aparecen marcadas de antemano. Y esa marca es la de la sangre: las acciones, guiadas por esa violencia omnipotente siciliana, aparecen ya selladas, como en una tragedia griega, en un destino. Así, algunos personajes, oscuros, sin apenas trazos ni nombres, de los que solo oímos sus voces, son como un coro griego o las brujas del teatro isabelino inglés prefigurando o cantando a la muerte.
Es pues la muerte la protagonista de fondo de esta historia, la que sojuzga a todos los personajes (por y para la muerte), la que acalla unas voces resignadas y sin esperanza ("no hablan: se contentan con dejarse matar"), y la que marca los tonos más sombríos y poéticos de esta historia: "cuerpo encogido como en el sueño prenatal, en la oscura matriz de la muerte"... "las aves nocturnas en el 'chiardiano', ciego batir de vuelos en la opaca luz de la hora"... "palabra que descendió como a una cripta oscura y vacía". La muerte como metáfora y destino, como absoluto.

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